Ciudad de México.- El robo a bordo de motocicletas es una de las modalidades de comisión de delito más empleadas en la Ciudad de México.

Los ladrones utilizan este medio de transporte por la rapidez y facilidad con la que se pueden escabullir entre los automovilistas para escapar de las autoridades.

Cifras del Observatorio Nacional Ciudadano arrojan que el robo con violencia aumentó 64.4 por ciento en el segundo semestre del 2017, mientras que el robo a transeúnte se incrementó en 58.2 por ciento, convirtiéndose en los delitos con mayor incidencia en comparación con el mismo periodo de 2016.

De acuerdo con cifras de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) y la Procuraduría General de Justicia (PGJ) capitalinas, 11 mil 415 personas fueron detenidas por comisión de delitos a bordo de motocicletas de 2010 al 2016; 2012 registra dos mil 663 ilícitos.

El Observatorio Nacional Ciudadano agregó que en la capital se cometen 111.56 robos con violencia por cada 100 mil habitantes.

La delegación con mayor incidencia es la Cuauhtémoc, en contraste, el secretario de Seguridad Pública capitalino, Hiram Almeida, indicó durante su comparecencia ante el pleno de la Asamblea Legislativa (ALDF) de la Ciudad de México, el pasado mes de octubre de 2017 que se redujo la incidencia delictiva de alto impacto en 41.7 por ciento.

Además aseguró que el robo a cuentahabiente disminuyó 13.8 por ciento, mientras que el robo a negocio con violencia se vio reducido en 13.3 por ciento desde el inicio de su administración.

En Bogotá tomaron estas medidas

En Bogotá, Colombia, llevar a un acompañante hombre en motocicleta grande estará prohibido a partir de la siguiente semana, una medida polémica que recuerda a la época de los sicarios y con la cual se busca reducir los atracos a la vía pública.

Frente al crecimiento en los últimos tres años de este tipo de delitos, no podíamos simplemente dejar que siguiera así, afirmó el alcalde Enrique Peñalosa, en relación con los asaltos a vehículos, peatones o establecimientos a manos de los motorizados.

La iniciativa afectará a motocicletas con cilindraje superior de 125 centímetros cúbicos, durante todo el día y en todos los barrios de la ciudad agregó Peñalosa, al anunciar su política actualmente vigente en capitales como Cali, Barranquilla o Cúcuta y en debate constante en muchas otras ciudades del país.

En Medellín, un tribunal suspendió esta prohibición en 2015, después de tres años en vigor, porque consideró que viola el derecho de los ciudadanos que se desplazan en moto sin intención de cometer un delito.

La decisión fue rechazada por motociclistas bogotanos. Consideran que la medida estigmatiza a los usuarios de este tipo de vehículos y que puede tener repercusiones negativas en su trabajo y a su estilo de vida en una ciudad donde la moto salva a muchos de los atascos de tránsito.

Utilizo la moto diariamente para desplazarme por toda la ciudad, para realizar mi trabajo. Me acompaña mi padre, que también es electricista y la medida que ha tomado el alcalde Peñalosa nos va perjudicar, consideró Jesús González de 30 años.

Que la policía tome otras medidas como más control, pero no que nos restrinjan porque nos perjudican, agregó. El año anterior se reportaron en Bogotá más de 5 mil casos de hurto por parte de motorizados con el conductor o parrillero (acompañante) como responsable, un promedio de 14 cada día, según cifras de la policía metropolitana de Bogotá.

Cinco de cada 100 ciudadanos se movilizan habitualmente en moto en Bogotá y sólo 10 por ciento lo hace como acompañante, según el alcalde.

“La prohibición afectaría a menos del 0,5 por ciento de las personas que se movilizan en la ciudad, pero beneficiaría a toda la ciudadanía”.

El debate se caldeó hace una semana cuando una mujer embarazada fue asaltada por varios motorizados en un barrio exclusivo de Bogotá. La alcaldía hará seguimiento a los resultados de esta medida durante los próximos meses para evaluar si la extiende.

La prohibición de los acompañantes en las motocicletas se utilizó en las décadas de los 80 y 90 para reducir las altas tasas de homicidio a manos de los pasajeros, una modalidad popularizada por el Cartel de Medellín que lideró Pablo Escobar.